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Aprender de las enseñanzas mapuche del “poyewvn” para contrarrestar la discriminación en línea

Categorías: Seguridad digital + lenguas

Ilustración de Gianni Llanquiray Nahuelhual Tornini para Rising Voices

En breve también estará disponible una versión de este artículo en mapundungun [1].

Por Simona Mayo y María Alvarez, basado en el estudio de caso “Poyewvn y mapudungun como prácticas políticas interculturales: el caso de la lengua mapuche en la Convención Constitucional de Chile” por Simona Mayo.

La redacción de una nueva Constitución en Chile en 2022 fue para el pueblo mapuche la posibilidad de imaginar una relación diferente con el Estado que ha insistido históricamente en desconocer y eliminar su existencia. Elisa Loncon Antileo, mujer mapuche, académica y lingüista elegida como presidenta de la Convención Constitucional, hizo también del proceso una oportunidad para posicionar el mapudungun en los espacios institucionales como un acto político de poyewvn, es decir, de amor y ternura. Su estrategia sembró diversos aprendizajes y sueños para promover y salvaguardar la diversidad lingüística que hoy son inspiración para pensar estrategias en otros espacios, como las redes sociales.

Elisa Loncon explicó el poyewvn durante una de las sesiones de la Convención Constitucional [2] como la palabra en mapudungun que refiere al amor, y como la posible base para entendernos y escucharnos. Hablar del poyewvn no solo fue un acto político de ocupar con el mapudungun los espacios institucionales con extensión a los espacios digitales [3] que privilegian comúnmente el español. Fue también un acto político de posicionar desde la lengua, el amor y la ternura para hacer frente a las reacciones violentas y racistas que se ampliaron a la par de su voz y su discurso.

A pesar del posterior rechazo a la nueva Constitución chilena a través del plebiscito del 4 de septiembre de 2022, la presencia de Elisa y su gabinete en la Convención Constitucional de Chile marcó un antes y un después en la historia del país y la relación con el pueblo Mapuche y con su lengua. También, evidenció el racismo estructural que permea a la sociedad, privilegiando el español – y lo occidental – sobre cualquier otra lengua, cultura y organización política.  Para dimensionar la relevancia y valentía de Elisa como mujer mapuche liderando la redacción de una nueva constitución, posicionando su lengua en espacios institucionales y digitales, es importante mirarla en el contexto más amplio de Chile y a la persistente lucha del pueblo Mapuche por sus derechos lingüísticos. 

El imaginario de un Chile “monolingüe”

Como la mayoría de los países de Latinoamérica que comparten una historia de colonización, Chile es un país que se ha cimentado como nación en una tradición monocultural, monolingüe y con una impronta colonial sobre los pueblos originarios preexistentes. En el siglo XIX, esta estrategia se tradujo en la implementación de un sistema educacional castellanizante que tuvo como objetivo la “civilización” de la población indígena y que, por medio de sus políticas públicas avanzó en la homogeneización y asimilación de los pueblos. A pesar del sistemático despojo territorial, social, cultural y lingüístico, en Chile hoy existen seis lenguas además del español: el aymara, quechua, rapa nui, kawésqar, yagan, mapudungun, y el ckunza, en proceso de revitalización.

Ante la insistente postura del Estado chileno en reconocerse como monolingüe, los movimientos indígenas en Chile y sus diversas organizaciones se han abocado en trabajar por la revitalización, mantenimiento y difusión de sus lenguas, particularmente en las últimas dos décadas. En 2010, la Red Por los Derechos Educativos y Lingüísticos de los Pueblos Indígenas de Chile comenzó a trabajar en el proyecto de Ley por los Derechos Lingüísticos de los Pueblos Originarios [6] con el objetivo de lograr un marco legal constitucional de reconocimiento de las lenguas y de los derechos de las personas hablantes. Si bien no han tenido avances en el reconocimiento formal y legal de la diversidad lingüística, las organizaciones han continuado su trabajo desde distintos espacios por mantener y continuar la transmisión de la lenguas a las nuevas generaciones.

La diversidad y el proceso constituyente

La revuelta popular del 18 de octubre de 2019 y el reciente proceso Constituyente puso en el debate nuevamente el reconocimiento de los pueblos indígenas y sus derechos. Junto con ello, los derechos culturales y lingüísticos estuvieron como nunca antes en la historia de Chile en la cabeza de las discusiones constitucionales. Las movilizaciones de los últimos dos años fueron expresión de una sociedad en descontento con la institucionalidad política en Chile y un reflejo de una crisis social profunda producto del sistema neoliberal instalado durante la dictadura militar de 1973-1989.  

Hay dos caminos principales que se pueden mirar a partir del estallido social, el de la insurgencia popular en las calles y desde las organizaciones al margen de cualquier institucionalidad política hegemónica, y por otro lado, el camino en diálogo entre el Estado, los partidos políticos y las diversas organizaciones de los movimientos sociales de la sociedad civil que convergieron en la instalación de la Convención Constitucional de Chile, En este segundo camino, la Convención tuvo como principal objetivo la redacción de una propuesta de nueva Constitución que sucedió entre julio de 2021 a julio de 2022, a través de debates, propuestas y la redacción de un borrador para reemplazar a la impuesta en la dictadura militar de Augusto Pinochet. 

En este contexto, la Convención comenzó con la elección de Elisa Loncon Antileo como presidenta: una mujer mapuche, académica y activista en la revitalización de las lenguas originarias, en un espacio tradicionalmente arropado por un orden patriarcal y enraizado en las lógicas del Estado como la negación de los pueblos preexistentes. Con las posibilidades que se abrieron a partir de su nombramiento y la fuerza de su presencia, Elisa comenzó el funcionamiento del órgano que reescribirá la constitución política de Chile con un discurso en mapudungun.  A partir de ese momento, ella y su gabinete incluyeron palabras de la lengua mapuche que a su vez generaron cambios en las relaciones que se establecieron en el proceso, como llamar lamgen, o hermanas, tanto a personas mapuche como winkas (no mapuche, en mapudungun). Así Marta Yáñez Queupumil, una de las asesoras jurídicas del gabinete de Elisa, señala que: 

El uso del mapudungun fue revolucionario porque las portadas de los periódicos del cinco de julio partían en mapudungun diciendo “mari mari kom pu che” (hola a toda la gente). Salía Elisa, sonriente, con una bandera mapuche extendida luego de haber sido electa presidenta, y desde ahí hacia adelante. El uso de las lenguas indígenas o que el primer discurso de Elisa como presidenta haya sido dicho en mapudungun permitió abrir una puerta de cambio histórico y cultural en Chile.

Como afirmó en entrevista Rayen Cariman, miembro del gabinete, “fue muy bonito ver que la lengua ocupaba un lugar que siempre debería haber ocupado, como una lengua, como un instrumento de comunicación y no como una pieza de museo”. En este sentido, lo que se puede entender como una pedagogía de la ternura del mapudungun cumplió el rol de materializar la diversidad y la interculturalidad más allá de los discursos políticos. 

Violencias en línea

Así, mientras se visibilizaba la diversidad cultural en Chile con Elisa al frente del proceso Constituyente, también se evidenciaron las percepciones y actitudes racistas y discriminatorias latentes en la sociedad,  los medios de comunicación y las redes sociales respecto de los pueblos indígenas. Un ejemplo muy claro fueron las declaraciones de la constituyente Teresa Marinovi [7]c, quien acusó en Twitter a la machi (autoridad tradicional y espiritual mapuche) Francisca Linconao, de “no perder la oportunidad para hacer show” cuando la machi realizó su discurso en un espacio institucional utilizando su lengua materna, el mapudungun. Este tipo de intervenciones, dan cuenta de cómo las lenguas indígenas pueden ser aceptadas desde su exotismo cuando no afectan ni critican las estructuras hegemónicas. Sin embargo, al momento en que comienzan a posicionarse y a enunciarse desde espacios de poder, desde sus derechos fundamentales y a partir del quehacer político, incomodan a quienes siempre han ocupado esos espacios. 

El uso del mapudungun como un acto político y de poyewvn, implica una serie de riesgos, tanto en espacios institucionales y públicos, como en las redes sociales que replican las mismas normas hegemónicas y monolingües, traducidas también en violencia digital. En primer lugar existe un riesgo que tiene relación con los derechos lingüísticos y culturales. En la medida en que el uso de la lengua y su presencia en espacios de poder fue cuestionado por diversos sectores en redes sociales de alta interacción, fueron vulnerados los derechos fundamentales de las personas hablantes que apelan a enunciarse y existir desde la lengua que le hace más sentido a su identidad. 

Un segundo riesgo fue, y es, la potencial materialización de la violencia digital. La red social de Twitter fue la más utilizada para hostigar y amenazar a las convencionales hablantes de mapudungun como Elisa Loncon, llegando incluso a publicar información personal sensible como su dirección residencial. Para el gabinete, las amenazas de mayor intensidad fueron las recibidas y expresadas en el Twitter de la Constituyente. Ante esto, ella comenta en entrevista: “Podemos todos unirnos en nuestra diversidad, pero respetándonos y no homogeneizándonos. El Chile homogeneizante es muy dañino porque no asume que podemos ser diferentes.”

Las intervenciones de Elisa Loncon reafirmaron que las lenguas no son elementos accesorios y ornamentales, sino que son elementos epistémicos que dotan de contenido espiritual, cultural, político y filosófico a las personas hablantes. También, que hay una falta de estrategias digitales que protejan la dignidad e integridad de hablantes como Elisa que hacen de las redes sociales un espacio político para posicionar las lenguas históricamente discriminadas.

De estos aprendizajes resultan una serie de recomendaciones que miramos como caminos para hacer del Internet un espacios para relacionarnos desde el poyewn, mientras se promueve la presencia de la diversidad lingüística y el uso de herramientas digitales para los caminos de activismo y revitalización ya existentes en Chile:

La participación de Elisa Loncon y su gabinete en el proceso de la Convención Constitucional en Chile, marca un antes y un después en la relación histórica del Estado con los pueblos indígenas, pero también de la sociedad en general. Si bien puso en evidencia el racismo sistémico con el que se ha invisibilizado la existencia de los pueblos en el país, también se tomaron espacios desde la lengua, el diálogo y la memoria que habita el mapudungun. Estos espacios resultaron un recordatorio de la fuerza del Wallmapu (el territorio ancestral del pueblo Mapuche) y su disposición al diálogo, desde la diversidad de lenguas y territorios que coexisten (y preexisten) en lo que hoy se conoce como Chile. 

¿Cómo imaginar, desde aprendizajes como estos, espacios digitales seguros y diversos? ¿Cómo promover el uso de la lengua junto con la seguridad de quienes la hablan? La estrategia de la Convención de reconocer el poyewvn como práctica política intercultural para la relación entre pueblos en espacios institucionales y digitales, puede ser un punto de partida para continuar posicionando la diversidad lingüística en internet.

Para más historias e información sobre comunidades lingüísticas participantes, por favor, visita la página del proyecto “Seguridad digital + lenguas” [8]