Vínculos Comunitarios y Comunidades Múltiples

Cada uno de los proyectos establece una relación distinta con la comunidad de hablantes a la que sirve. Sin embargo, una de las características que se advierten interesantes en la mayoría de los casos es que los activistas digitales, que son hablantes de alguna lengua originaria, por lo general residen, por razones laborales o por migración económica, en un contexto donde no se habla cotidianamente la lengua propia1. En los otros casos, la residencia en alguna comunidad hablante de la lengua originaria puede ser permanente o temporal. De cualquier forma, y se esté donde se esté, los proyectos digitales tienden a ser, por su naturaleza “virtual, de una u otro forma “desterritorializados”.

Buena parte de la interacción que algunos proyectos tienen con la comunidad de hablantes se da, entonces, a través del internet. Algunas comunidades lingüísticas muestran un mayor número de personas conectadas a los medios virtuales y las redes sociales, por ejemplo, los mapuches, los mixtecos, los mayas yucatecos, los kichwas y los guaraníes. En el caso de los nahuas mexicanos y los zapotecos, los hablantes de algunas variantes están mejor conectados que otros, por el hecho de residir en o cerca de centros urbanos con mejor conectividad que otras comunidades. Así mismo, la conectividad de hablantes de wayuunaiki, uitoto y nahua salvadoreño parece ser mucho más precaria. Esta diferenciación en el acceso a las redes virtuales estaría influyendo significativamente en la relación de estos proyectos con sus comunidades de habla, aunque, como apuntábamos en la sección anterior, los propios protagonistas pocas veces tienen el cuidado de medir o monitorear quienes usan sus contenidos, o los siguen por internet, y para qué.

De los casos de la muestra, solamente dos (Maya Tz’utujil y Kichwa.Net) trabajan directamente con hablantes de las lenguas tz’utujil y kichwa en la esfera virtual. En el caso de MTz la interacción es constante y está llevando a un proceso gradual pero claramente perceptible de re-activación y re-aprendizaje del maya tz’utujil en las redes sociales. En el caso de KN, la red de activistas kichwas forma parte de un movimiento de base en torno de la lengua, en un contexto, el de la región de Otavalo en Ecuador, donde activistas culturales de todo tipo mantienen la lengua viva. Otros proyectos, como los del Colectivo Tzunhejékat, Ndatiaku Tu’un Savi y Yadiko Ukuri, si bien consideran su presencia en línea como importante en términos de revitalización lingüística, ponen un énfasis aún mayor en la interacción comunitaria directa, en la que los materiales digitales pueden o no tener un uso importante. Para estos proyectos, la importancia del activismo “offline” es a veces más grande que la del activismo “online”. El caso de Vamos a Aprender Mixteco es destacable porque su visibilidad ha rebasado con mucho los confines de la comunidad y la región en la que esta variante lingüística del mixteco es hablada. Sin embargo, para el autor del método de enseñanza, Donato García, el objetivo primordial (y que, según nos cuenta, aún no se ha cumplido) era el de usar la aplicación digital in situ, es decir, en procesos educativos de animación y revitalización en la comunidad de Santa Inés de Zaragoza.

El trabajo de El Chilam Balam, Kimeltuwe, Ndatiaku Tu’un Savi, Quechua Memes, Radio Yúuyum, Vamos a Aprender Mixteco, Wayuunaiki para el Mundo, Yolitia, Yadiko Ukuri y Zapoteco 3.0 ha sido recibido con mucho interés y entusiasmo por hablantes de las respectivas lenguas en los lugares más insospechados. De hecho, son las comunidades transnacionales de migrantes indígenas en las capitales regionales y en los Estados Unidos, las que más uso y respuesta le dan a los materiales, contenidos y publicaciones que se originan en estos proyectos. Un caso significativo es el de Radio Yúuyum, que reporta una respuesta muy entusiasta de los mayas yucatecos residentes en la Bahía de San Francisco, quienes incluso han ofrecido ayudar a la radio con donativos en especie, con tal de seguir contando con sus transmisiones en línea y con los podcasts que van quedando en internet. Una reacción similar ha tenido el proyecto Kimeltuwe entre los hablantes de mapuche que residen en Buenos Aires, en Barcelona y en París.

Pero no son sólo los hablantes nativos o los auto-identificados como indígenas los que conforman las comunidades de referencia de estos proyectos. Estas también están integradas por estudiosos de los idiomas, estudiantes de lingüística, científicos sociales, intelectuales, activistas de todo tipo (incluyendo los de Global Voices) y, desde luego, por los propios medios de comunicación. La respuesta de estas comunidades es, en ocasiones, más vocal y constante incluso que la de los propios hablantes del idioma. Aunque las y los activistas indígenas tienen generalmente como comunidad de referencia a la de los hablantes de la propia lengua, es claro que la respuesta de esta otra comunidad más diversa alimenta y enriquece el trabajo realizado, y lo convierte en una oportunidad valiosísima para la construcción de espacios de entendimiento intercultural.

Todas las páginas