Diseño y Metodología

El proyecto de investigación de Activismo Digital de Lenguas Indígenas de Global Voices se propuso examinar el estado de las comunidades indígenas en línea y sus habilidades para ejercer la defensa y promoción de políticas sobre las lenguas originarias en América Latina. Para lograr este objetivo, se contó con un financiamiento de la Fundación Ford otorgado para un trabajo de investigación basado en entrevistas en línea y con una duración aproximada de nueve meses. Dadas las especificaciones de interacción posible y tiempo, el proyecto se concentró inicialmente en la discusión y definición de categorías analíticas que fueran relevantes no únicamente para el equipo de investigación sino también para los activistas invitados a participar en el estudio.

1.1. Definiciones de trabajo

El equipo de investigación puso en común su propia experiencia a fin de encontrar definiciones operativas útiles para el análisis del trabajo digital que llevan adelante otros promotores culturales, educadores, comunicadores, artistas, académicos, colectivos y organizaciones sociales indígenas en torno a sus idiomas. En principio, se trataba de interrogar la noción de “activismo”, la cual continúa siendo extraña para un porcentaje significativo de los actores sociales indígenas. El término genera suspicacia particularmente en contextos donde la memoria de la violencia política de épocas anteriores (en países como Guatemala, El Salvador, Chile, e incluso México) continúa inhibiendo la abierta búsqueda de objetivos políticos. El temor a ser identificados como “agitadores”, “perturbadores” o “radicales”, hace que muchos de los actores indígenas que trabajan con sus idiomas en el mundo digital eviten auto-definirse como “activistas”.

A partir de una revisión rápida de estudios que tratan de definir el “activismo digital” en regiones y sociedades distintas a los pueblos indígenas de América Latina1, se encontró que éste generalmente se refiere a:

      1) el uso concertado (es decir, con objetivos más o menos bien definidos) de herramientas electrónicas, tecnologías y medios digitales o redes cibernéticas;
      2) que forman parte esencial de estrategias de acción colectiva de ciudadanos y ciudadanas, organizaciones y movimientos de base amplios;
      3) que están motivadas o inspiradas por una causa o proyecto social, político o cultural, o por una reacción de protesta frente a actores poderosos (como el Estado, o las corporaciones privadas);
      y 4) que recurren a prácticas legales dentro del marco normativo específico de sus países.

La discusión realizada por el equipo de investigación sirvió para establecer que si bien en varias de las definiciones de “activismo digital” lo que sobresale es su sentido netamente político, la definición misma de “lo político” no tiene por qué referirse exclusivamente a la política contenciosa, partidista o movimentista de amplia escala (como la de obreros, campesinos, estudiantes, sindicatos, etc). En un sentido más amplio, “lo político” también atañe a los procesos de reivindicación cultural y étnica de pueblos históricamente excluidos, a la re-valoración de sus formas de conocimiento e idiomas, y en última instancia, al ejercicio de sus derechos colectivos, reconocidos en numerosos tratados internacionales. Es en este sentido que podemos entender las causas sociales y culturales enarboladas por las iniciativas digitales en torno a las lenguas indígenas de América Latina como una forma de hacer política, es decir, como una forma de “activismo”. Así, “lo político” en el “activismo digital indígena” se define más bien en términos de una mayor afirmación cultural, lingüística e identitaria.

¿Por qué podemos/tenemos que ver estos proyectos como acciones políticas?

Porque al insistir en la adaptación y el uso de los idiomas indígenas en plataformas digitales que se han erigido en los medios hegemónicos preferidos para la comunicación, la distribución de conocimiento y la formación de comunidades virtuales a nivel global, se está interviniendo y revirtiendo un proceso histórico de exclusión político-lingüística que condena a las lenguas no-europeas de América Latina a su desaparición. A través de iniciativas digitales como la “localización” de aplicaciones, navegadores y sitios web, los individuos, las organizaciones y las comunidades indígenas también están ejerciendo (en muchas ocasiones, de manera autónoma o por lo menos “no gubernamental”) el derecho cultural (y político) de contar con una educación y una comunicación en sus propios idiomas, un derecho reconocido formalmente en casi todas las constituciones políticas de los Estados latinoamericanos, y en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, entre otros tratados. La preservación de los idiomas originarios contribuye a proteger el conocimiento y los conceptos que constituyen frecuentemente expresiones únicas, al mismo tiempo que se resguarda la cultura e identidad de sus hablantes. Sin embargo, éste y otros derechos indígenas continúan siendo incumplidos por la falta de voluntad política y el racismo institucionalizado de las agencias gubernamentales.

Internet ofrece a las comunidades indígenas la posibilidad de expresarse en su propio idioma. Varias cartas recientes de derechos en internet (por ejemplo la Carta de Principios y Derechos en Internet y la Carta de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones) reconocen este derecho y enfatizan la necesidad de promover y apoyar los esfuerzos hacia una comunidad digital multi-lingüística con un foco en lenguas indígenas y minoritarias. Al implementarse a contracorriente del desplazamiento y el reemplazo lingüístico por el castellano, el portugués, o incluso el inglés, las iniciativas digitales en lenguas indígenas se convierten en actos culturales y políticos de resistencia que pueden así entenderse más claramente como formas de “activismo”. No obstante, el equipo de investigación recomendó también permanecer abiertos y receptivos para incorporar a la reflexión las identidades que las y los promotores de estas iniciativas reclaman para sí mismos.

Encuentro de activismo digital en Cusco, Perú

Encuentro de activismo digital en Cusco, Perú

En cuanto a la delimitación de “lo digital” en el proyecto de investigación, el equipo revisó, discutió y tomó en cuenta lo siguiente. Por una parte, que el carácter “digital” o “la digitalidad” se refiere a aquellas señales, aparatos y/o medios electrónicos que basan su funcionamiento en el registro, producción, recepción y/o transmisión de señales basadas en un sistema binario, consistente en dos dígitos (el 0 y el 1), para dar lugar a textos, sonidos, imágenes, operaciones y funciones diversas. Los equipos que hoy día funcionan de manera “digital” incluyen las computadoras, pero también las cámaras de video, las cámaras fotográficas, las tabletas, los lectores de libros electrónicos, las pantallas de anuncios electrónicos, y los teléfonos celulares, particularmente los llamados teléfonos inteligentes o “smartphones”. Los medios digitales más comunes incluyen, desde luego, programas computacionales de diversos tipos (conocidos también como “software”, o también “apps”, diminutivo del término en inglés “applications” = utilidades, programas, software), imágenes digitales, video digital, juegos de video, páginas y sitios web (incluyendo las llamadas “redes sociales”, como Facebook, Twitter, Wikipedia, Tumblr, Instagram, Soundcloud, Spotify, etc.), datos y bases de datos digitales, audio digital (mp3, entre otros), y libros electrónicos en diversos formatos (los llamados “ebooks”, que cuentan con diversos formatos como .pdf, .awz, .epub., .mobi, etc.).

Al revisar el universo de las iniciativas consideradas como activismo digital en el sitio web de Rising Voices el equipo notó que “lo digital” tendía a entenderse casi exclusivamente como aquello que tenía una vida “en línea”, es decir, que tenía presencia en internet. La gran mayoría de las iniciativas se presentaban como proyectos para la creación de páginas y sitios web (blogs, portales, páginas con diccionarios) y/o para el uso de las redes sociales (casi exclusivamente, Facebook). Otras iniciativas de registro audiovisual digital del legado lingüístico de las comunidades y pueblos aparecían con mucha menor frecuencia, y cuando algunas aparecían, éstas se proponían únicamente el uso de cámaras digitales como una adición a las tareas de documentación lingüística y cultural que ya se realizaban por medio de texto escrito. Se notaba así que “lo digital” en el activismo indígena identificado hasta entonces raramente incluía estrategias más creativas como, por ejemplo, la creación de video blogs (o “vlogs”), videos musicales, cortos documentales, programas informativos, animaciones, entre otros posibles formatos. Aún más escasas eran las propuestas de diseño de programas o sitios interactivos para la promoción y/o enseñanza de lenguas indígenas.

Por lo tanto, para los propósitos de la investigación parecía necesario intentar capturar el mayor número y la mayor diversidad posible de iniciativas digitales de lenguas indígenas. En ese sentido se recomendaba identificar casos exitosos e innovadores, así como estar alertas a las excepciones en materia de proyectos digitales. Es decir, que se proponía poner atención a proyectos que pusieran lo digital en el centro de su estrategia de trabajo, para hacer más dinámico, más atractivo y más colaborativo el trabajo de defensa y promoción de las lenguas indígenas. Estas consideraciones guiaron el proceso de selección de estudios de caso que se describe a continuación.

1.2. Identificación y selección de casos

La tarea de selección de casos para la investigación fue más ardua de lo que originalmente se pensó. Por una parte, una vez definidos los parámetros generales de “activismo” y de “digitalidad” en las iniciativas existentes, el universo de casos elegibles se disparaba al infinito. Esto se debe a que existen decenas de intentos de registrar o expresar cierto tipo de conocimiento o práctica lingüística en lenguas indígenas por medio de internet, o a partir del uso de medios digitales. Entre las que pudimos identificar inicialmente destacaban aislados intentos de enseñar la pronunciación de palabras o frases en podcasts y en videos, la distribución de canciones de variados géneros (tradicional, hip hop, cumbia, entre otros), la ocasional expresión de opiniones o la publicación de memes en Twitter o Facebook, la existencia de estaciones de radio indígena en línea, la generación de listas de palabras y sus equivalentes presentadas como diccionarios (cuando en realidad se trataba páginas larguísimas aunque también existen como motores de búsqueda), entre otros.

Por otro lado, fue también complejo definir qué actores se debía tomar en cuenta dentro de este acercamiento al activismo. Así, atendiendo únicamente a la naturaleza de sus protagonistas, las iniciativas digitales identificadas podían clasificarse en:

      a. proyectos de actores gubernamentales (por ejemplo, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas –INALI– en México o el Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación –MinTIC– en Colombia).
      b. proyectos de investigación aplicada liderados desde universidades públicas o privadas (por ejemplo, la red social Nenek de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en México, o la aplicación TraduzÍndio de la Universidad Federal de Tocantins en Brasil)
      c. proyectos de empresas de servicios digitales (por ejemplo, EtnoApp en Colombia o Manuvo en México)
      d. proyectos de ampliación de servicios lingüísticos liderados por empresas multinacionales (por ejemplo, el desarrollo de Bing Translator en maya yucateco y otomí, de Windows en quechua o k’iche’, o de Google Translate en hawaiano), y
      e. proyectos cuyo empuje inicial y conducción principal corresponde a individuos y colectivos indígenas independientes que se apoyan en alianzas puntuales y estratégicas con otros actores sociales, académicos, no-gubernamentales, e incluso (eventualmente) gubernamentales o empresariales.

Dada la misión de Global Voices de dar voz a los sectores menos representados en el mundo digital, en esta investigación se privilegió este último tipo de proyectos donde destaca el protagonismo y activismo indígena. Éstos fueron identificados en esfuerzos locales y/o regionales liderados, en su gran mayoría, por personas auto-identificadas como indígenas y/o por aliados que demostraran una estrecha relación de colaboración y respeto con comunidades y/o organizaciones indígenas reconocidas. En la identificación de los casos a documentar, también se tomó la decisión de enfocarse en los procesos desarrollados más que en los individuos. Es decir, que la unidad de análisis sería el activismo más que el activista. Esto nos llevó a dejar de lado la rica, variada y compleja labor de personalidades indígenas cuya participación en múltiples proyectos los caracterizaría, en palabras de uno de los miembros del equipo, como “la definición misma de activismo”.

Victoria Tinta y Norma Barrancos grabando un podcast de audio en la ciudad de El Alto, Bolivia

Victoria Tinta y Norma Barrancos grabando un podcast de audio en la ciudad de El Alto, Bolivia

Como se mencionó en la sección anterior, el enfoque metodológico nos llevó también a integrar una muestra que fuera lo más diversa posible, tanto en el tipo de desarrollo digital implicado, como en la representatividad regional y lingüística de los proyectos. Un primer reconocimiento de posibles casos para la investigación encontró que, además de la existencia de un alto número de grupos en redes sociales, desde el punto de vista geográfico existía una significativa concentración de iniciativas digitales en México y la región andina. Reconociendo que su importancia numérica debía ser reconocida dentro de la muestra, el equipo se propuso también localizar ejemplos significativos de activismo digital en desarrollos y regiones menos representativos. Por último, a pesar de haberse discutido en cierto momento la posibilidad de incorporar a la investigación algún caso o ejemplo de activismo digital “offline”, es decir, sin presencia en internet, debido al corto tiempo disponible y a los fondos limitados con los que se contaba al final se decidió dejar de lado este tipo de proyectos.

Los casos propuestos inicialmente se revisaron a la luz de estas consideraciones, lo cual redujo significativamente el listado de iniciativas que se incluirían en la muestra. En algunos casos, los proyectos encabezados por personas o colectivos indígenas resultaban muy puntuales o de muy corta duración como para hablar de un proceso de activismo. En otros casos, los intereses comunitarios o la participación indígena no eran fácilmente identificables. Finalmente, uno de los elementos más significativos en la definición de la muestra fue la auto-selección. Cinco de los quince casos inicialmente seleccionados no pudieron llevarse a cabo debido a las circunstancias personales en las que se encontraban sus promotores (fuertes cargas de trabajo, irregular acceso al internet, entre otros), o simplemente debido a que sus protagonistas decidieron ejercer su derecho a no tomar parte en el estudio. En mayor o menor medida, los casos que se presentan y discuten en este reporte corresponden a este complejo, decididamente parcial e inestable proceso de selección.

1.1. Universo temático

Con las características de la muestra más o menos acordadas, el siguiente paso dentro del proceso de diseño de la investigación consistió en la definición de los temas que se abordarían en las entrevistas con los protagonistas de los proyectos. Las características y definiciones iniciales del proyecto estaban orientadas a recoger la información para el análisis a partir de entrevistas a profundidad. Era importante por tanto, tratar de reconocer los elementos que podrían permitir hacer comparables los hallazgos de esta investigación con otros estudios sobre activismo digital. Con base en las discusiones del equipo de investigación se desarrolló un cuestionario amplio para capturar los aspectos más esenciales de cada una de las experiencias de activismo digital seleccionadas dentro de la muestra. Por otro lado, se revisaron algunos materiales, reflexiones y análisis sobre el activismo digital en el contexto global, entre otros la interesante compilación de artículos Digital Activism Decoded, coordinada por Mary Joyce (2010).

El cuestionario fue aplicado como un piloto a los y las integrantes del equipo de investigación, pidiéndoles que respondieran a él desde su propia experiencia como activistas digitales, a fin de ubicar las fortalezas y debilidades de la guía de preguntas así como las áreas en las que ésta se podía mejorar. Originalmente el cuestionario incluía una amplia sección sobre el contexto sociocultural, político y económico en el que se ubicaban los proyectos. Sin embargo, se decidió posteriormente eliminar esta sección al considerar que hacía más larga y ardua la tarea de entrevista y también a que esta información podía obtenerse de manera más precisa a partir de otras fuentes. Al finalizar esta etapa de definición y diseño, el cuestionario que se utilizaría cubría los siguientes temas: la información básica del proyecto, la inspiración y auto-definición, la infraestructura, la tecnología utilizada, los medios y las herramientas digitales utilizadas, el proceso organizativo, la construcción de audiencias, comunidades y alianzas, las formas de coordinación y planeación, las consideraciones éticas, la definición de metas, las respuestas de la comunidad, la medición de impacto e influencia tanto “online” como “offline”, la construcción de redes y vínculos interculturales, y por último, los aprendizajes, los retos y las recomendaciones.

La aplicación de los cuestionarios se hizo a una persona clave, previamente identificada, en cada proyecto. En promedio, cada entrevista tuvo una duración de tres horas (aunque algunas se prolongaron hasta seis horas). Éstas se realizaron a través de Skype, Hangouts, WhatsApp y, en contadas ocasiones, llamando directamente al teléfono celular de la o el activista. Cada entrevista se grabó digitalmente por medio de aplicaciones de computadora o también por medio de teléfonos celulares o grabadoras digitales posicionadas junto a las bocinas de la computadora. Cada investigador de campo tuvo a su cargo tres estudios de caso, los cuáles tenía que construir a partir de una o varias entrevistas. Después de recopilar la información básica de cada proyecto y realizar las entrevistas, cada investigador se encargó de hacer una sistematización de la información más relevante, la cual tenía que someter posteriormente a consulta y obtener la aprobación de los activistas entrevistados. Las y los activistas tenían así la oportunidad de revisar y corregir la información, así como agregar y registrar de manera más detallada sus puntos de vista. En la mayoría de los casos, los actores indígenas se interesaron y respondieron a la solicitud de revisión, pero hubo también quien consideró que esa era una tarea que no le correspondía. Para los propósitos de esta investigación, hemos considerado este segundo tipo de respuestas como “votos de confianza” depositados en el equipo, confianza que esperamos haber honrado al ser fieles a las opiniones y los puntos de vista consignados en cada una de las sistematizaciones.

1.3. Limitaciones del estudio

Después de describir el proceso de diseño y planeación de esta breve investigación sobre activismo digital conviene también ser claros acerca de sus alcances, y particularmente, de sus limitaciones. Por un lado, hay que hacer hincapié en todo aquello que esta investigación no es:

  • Este trabajo no pretendía medir “objetiva” ni cuantitativamente el impacto de las acciones digitales en materia de promoción de las lenguas indígenas en internet.
  • Tampoco pretendía comprobar el nivel de aceptación que estas herramientas digitales tienen en las comunidades de hablantes indígenas, o su eficacia en procesos de enseñanza-aprendizaje de lenguas indígenas como segundos idiomas.
  • No aspiraba a presentar un análisis organizacional de las amenazas y oportunidades que enfrentan los activistas digitales en sus regiones y países, ni a ser una caracterización y/o evaluación de la eficacia de las políticas de Estado en materia de derechos lingüísticos indígenas o de las condiciones políticas nacionales y regionales para empujar una nueva agenda de políticas lingüísticas en América Latina.
  • Finalmente, este trabajo no aspiraba a convertirse en la única fuente autorizada de conocimiento sobre el activismo digital de lenguas indígenas en América Latina.

Para alcanzar los objetivos anteriormente descritos, este proyecto de investigación hubiera tenido que contar con un presupuesto más extenso, que permitiera, en principio, la contratación de tiempo completo de un número mayor de investigadores de base y con mayor experiencia en la investigación social y el análisis de políticas públicas a una escala latinoamericana. También hubiera requerido mucho más tiempo para desarrollarse e incluir dentro de su metodología, un trabajo de campo más extenso, con visitas a comunidades hablantes de lenguas indígenas, observaciones de uso de las herramientas digitales reportadas, entrevistas a tomadores de decisiones, organizaciones indígenas y partes interesadas, así como análisis de documentos y otras evaluaciones de políticas públicas en materia lingüística.

Norma Tapari comunicandose a través de un teléfono móvil en la comunidad Aché - Kuetuvy en Paraguay

Norma Tapari comunicandose a través de un teléfono móvil en la comunidad Aché – Kuetuvy en Paraguay

El equipo de activistas indígenas que se integró para realizar este trabajo no contaba con estos recursos, y no todos sus integrantes contaban con una formación como investigadores. De hecho, su educación formal y su experiencia profesional era muy variada, y los únicos rasgos que todos teníamos en común eran: auto-identificarnos como indígenas, hablar nuestros idiomas originarios y haber realizado algún trabajo en materia de activismo digital. Por lo tanto, nuestras aspiraciones y objetivos para esta investigación tuvieron que ser adaptados a los tiempos, los recursos y la agenda específica con la que contábamos. Una de las aspiraciones que como equipo integrado por indígenas se tenía era aumentar nuestro propio conocimiento y habilidades de investigación y análisis del fenómeno digital, una aspiración que se cumplió sólo parcialmente debido a los múltiples compromisos, la dificultad de establecer procesos de formación sostenidos a distancia, el irregular acceso a una conexión estable de internet y a los distintos niveles de formación previa que las y los integrantes del equipo tenían. En el desarrollo del proyecto se hizo también evidente que, aunque hubiera sido preferible que se entrevistara a varios miembros de los proyectos integrados a la muestra, la disponibilidad de tiempo que los activistas tenían planteó continuos cambios de calendario que dificultaron tener una interacción más amplia.

Por otro lado, el carácter de “investigación participativa” que se aspiraba dar a este proyecto también tuvo que ser ajustado a los recursos y posibilidades con los que se contaba. Un trabajo participativo se construye a partir de un diálogo constante e interesado de las partes, donde la retroalimentación es constante y los objetivos de investigación se van definiendo en conjunto. Al momento de entregar este reporte, hay algunos avances en esta materia. Una primera reunión de retroalimentación y discusión sobre los primeros hallazgos de la investigación y las condiciones del activismo digital de lenguas indígenas se llevó a cabo en la ciudad de Oaxaca, México, en mayo de 2016. De ésta surgieron una serie de puntos de vista y recomendaciones de algunos de los activistas con los cuáles se inició una relación de colaboración y aprendizaje mutuo a partir de esta investigación. Varios de sus puntos de vista y sugerencias se han incorporado a este reporte. Adicionalmente, como se describió líneas arriba, todos los productos de esta investigación han sido puestos a disposición de las y los activistas participantes, y el equipo siempre ha estado en disposición de modificar la redacción de los reportes parciales sobre cada caso específico. La conversación con los y las activistas ha sido constante, y se espera que los intercambios y el análisis colectivo se intensifiquen aún más en los próximos meses, una vez que este informe se dé a conocer, no solamente entres las y los activistas que compartieron su tiempo, experiencia y conocimiento con nosotros, sino en la comunidad más amplia de promotores indígenas de iniciativas digitales.

Por todo lo anteriormente descrito, esta investigación debe ser tomada como un punto de partida más que como un punto de llegada. Este trabajo ha sido informado, documentado e inspirado en conversaciones sistemáticas en torno de las condiciones, retos y aspiraciones que caracterizan el activismo indígena en la región latinoamericana, y se espera que pueda contribuir a ampliar el debate, el análisis y las acciones colectivas respecto de este tema.